“Nuestro cerebro nos basta para salir del paso, pero
siempre podemos mejorarlo” Gary Marcus
Empieza un año nuevo. Hacemos
valoración del que ya ha pasado y nos planteamos cómo va a ser el que está por
venir. Como en todos los anteriores, nos hacemos propósitos para mejorar
nuestra vida. Nos repetimos frases como “de este año no pasa dejar de fumar”,
“a partir de ahora voy a estar más con mi familia”… Sin embargo, sabemos que
pocas veces los hemos cumplido. ¿Está el problema en tu fuerza de voluntad?
¿Crees que es imposible conseguir ese propósito de todos los años?
Sólo una de cada
cinco personas cumple sus propósitos de año nuevo ¿Qué es lo que falla?:
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Muchas veces nos dejamos llevar por el impulso de cambiar algo, pero no nos lo planteamos seriamente. Así,
cuando nos enfrentamos a los primeros obstáculos, lo abandonamos (el fumador
que recae cuando tiene cerca un cigarrillo).
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Si los propósitos son muy
generales, del tipo “quiero adelgazar” o “voy a estudiar”, es algo muy vago
para motivarnos. No nos hacemos una imagen real de a dónde queremos llegar o
cómo hacerlo.
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Si nos planteamos cambiar muchas
cosas o muy difíciles, nos vamos a sentir desbordados, ansiosos y estresados. Ponérnoslo complicado no nos
ayudará a conseguir nuestros objetivos; al contrario, nos saldrá mal y
pensaremos que somos unos fracasados (y sólo ha sido un fallo de planteamiento).
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Otras veces ocurre que, en realidad, no estamos motivados para hacerlo. Si pensamos que no nos hace
falta hacer ejercicio, y sólo vamos al gimnasio por la presión de los demás,
será muy probable que tardemos poco en abandonarlo.
Podemos seguir ciertos
pasos que nos ayudarán a conseguir nuestros objetivos:
- Planea y decide qué quieres
cambiar y cómo lo vas a hacer.
- Ponte una meta medible; concreta tu objetivo.
No vale lo de “voy a hacer ejercicio”. Plantéate cuántas veces, en qué
momento te viene mejor, cómo hacerlo de la manera en que más disfrutes, hasta
cuándo, etc.
- Elige una sola meta por
ahora, no te sobrecargues. Cuando consigas la primera ya te verás más capaz
de ir a por otras.
- Ese objetivo tiene que
ser realista. Parte de tus circunstancias vitales, no te compares y, sobre
todo, no confundas lo que está en tu mano cambiar de lo que depende de
otros (serán ellos los que tengan que decidir si quieren modificarlo o
no). Una buena referencia puede ser mirar nuestro comportamiento el año
pasado; si, de no hacer ningún ejercicio, queremos ir todos los días al
gimnasio, será muy difícil de cumplir; empieza por tres días a la semana,
por ejemplo.
- Empecemos por lo más
fácil
y nos servirá de motivación al ver que vamos consiguiendo cosas.
- Plantéatelo a corto
plazo.
Si la meta es hacer ejercicio tres veces por semana durante un mes, será
más fácil de cumplir que durante todo el año, e irás viendo que eres capaz
de conseguirlo. Además, sin darte cuenta, irás creando el hábito, que es
lo más importante; haciendo más probable, por tanto, mantenerlo.
- Ponlo por escrito. Escribir nuestros propósitos significa un compromiso.
Algunos autores afirman que, los que así lo hacen, tienen un 42% más de
éxito.
- Díselo a todos. Es posible que si no
te atreves a manifestar tus intenciones a los demás sea porque tu intención
no es real. Si tu entorno sabe lo que quieres conseguir, será un motor
para no dejar tus proyectos. Si les comentas a menudo cómo te está yendo
en tu proceso de dejar de fumar, es más difícil que encuentres excusas
cuando te vean recaer, porque saben de tu evolución. Y esto te ayudará.
- El momento ideal para realizar actividades nuevas que quieres
mantener es tras algo rutinario. Por ejemplo, si quieres
hacer ejercicio, elige el momento antes o después del trabajo, así lo irás
incluyendo en tu rutina y lo harás casi sin pensar.
- Cambia un hábito
negativo por otro positivo siempre que puedas. Si, por ejemplo, lo
que estás intentando es dejar de fumar, te lo hará más fácil el distraerte
de vez en cuando con algo que te guste, más positivo, por ejemplo ir en
bici. Además, así compruebas tu mejoría física.
- Ponte recordatorios y
premios. Cada vez que consigas
una meta o, simplemente, veas que vas por buen camino, date una
recompensa: ve al cine, trabaja ese día menos, etc. No pierdas de vista y
graba tus progresos: los kilos de menos, la respiración honda sin tos, tu
ropa sin olor a tabaco, etc.
- Los abandonos son
comunes, pero si mantienes tus objetivos, sólo habrá sido un paréntesis en
tu camino. A veces es necesario corregir nuestras metas o el modo de
conseguirlas; con ello aprendemos, evolucionamos y, si no nos rendimos,
serán sólo los pasos necesarios hacia nuestra meta. Eso sí, nunca abandones
tus proyectos varios días: te costará más volver y habrás perdido el
hábito.
LAS CLAVES A TENER EN CUENTA:
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Conseguir algo, en contra de lo que muchos creen, no consiste en tener fuerza de voluntad, sino en convertir en hábito lo
que nos lleva a ello. Algunos autores explican que el cerebro tiene dos
sistemas de funcionamiento muy distintos: el pensar y el actuar; el sistema
deliberativo y el reflejo. Vivimos el día a día de manera automática, sin
pararnos a recapacitar. Querer algo significa pensar que lo queremos; en el
momento en que dejamos de reflexionar, volvemos a lo de todos los días. Si de
verdad queremos conseguirlo, tendremos que incluir las acciones necesarias en
nuestra rutina diaria para hacerlo sin pensar; sino, volveremos a lo de siempre.
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No podemos elegir nuestra
meta en base a un tiempo que no sea el presente. Si hasta entonces no
hemos tenido mucho éxito no quiere decir que, a partir de ahora, vaya todo
igual. Si tú crees que nada va a cambiar, sin darte cuenta, harás todo lo
posible para que sea así (necesitamos creer que no estamos equivocados, muchas
veces a costa de nosotros mismos). Y tampoco funciona guiarse por un futuro que
no existe; el cuento de la lechera de “yo saldría más si estuviese más delgada”
no vale. Tus circunstancias en el presente son unas, y tienes que decidir qué
hacer con ellas, a día de hoy; sino, tus metas no se cumplirán nunca esperando
un hipotético tiempo mejor.
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Arriésgate. Que partamos de lo fácil
no quiere decir que no vayamos poco a poco consiguiendo sueños. Sólo si te crees
capaz de conseguir algo, podrás alcanzarlo. No
te limites a la hora de fijarte objetivos, pero haz planes para prevenir
cualquier dificultad. Muchas cosas en la vida no puedes cambiarlas, pero a ti
sí. “Sé la persona que quieres ser”.
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Nos equivocamos a menudo de
objetivos vitales. Creemos que estar más
delgado, o tener pareja o ser exitoso nos hará felices, cuando está comprobado
que lo que realmente nos ayuda es:
o Creernos con el control de nuestra vida. No depender o hacer sólo lo que otros digan. Vernos con la capacidad de
afrontar y cambiar todo, aunque sea la forma en cómo nos lo tomamos.
o Permanecer activos. Estar ocupado nos distrae
de malos pensamientos, nos vemos útiles y el cuerpo expulsa endorfinas, unas
sustancias que nos hacen sentir mejor.
o Comunicarnos. Nos sentimos parte de un
grupo y que cuentan con nosotros. Expresamos nuestros sentimientos y se rebaja
la ansiedad.
o Aprender algo nuevo cada día. Nos hace sentir curiosidad
por la vida y aumenta la confianza en nosotros mismos.
o Integrarnos en la naturaleza o en ambientes nuevos. Nos ayuda a salir de esa rutina refleja diaria, a relativizar y a
relajarnos.
o Aprender a disfrutar de lo que ya tenemos. Prestemos atención a lo que nos rodea y saquémosle el máximo partido
posible. Acuérdate de la frase “no es más feliz quien más tiene, sino el que
menos necesita”.
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Nuestro verdadero caballo
de batalla debería ser luchar contra los pensamientos negativos. Ellos son los verdaderos responsables de que no seamos todo lo felices
que podemos. Da igual por lo que estemos pasando, siempre habrá alguien que, en
esas mismas circunstancias sea feliz. ¿Qué cambia? Que han aprendido a desechar
todas las ideas que les impiden disfrutar, como “soy incapaz”, “no puedo
cambiar”, “es imposible”, “soy un fracasado”, “nadie me quiere”, “tengo mala
suerte”, “si no consigo esto, no valgo”, etc. Recuerda que lo que pienses va
creando el camino que llevas.
BENEFICIOS DE LOS PROPÓSITOS DE AÑO NUEVO
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PERJUICIOS DE LOS PROPÓSITOS
DE AÑO NUEVO
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Necesitamos de objetivos
en la vida para saber a dónde queremos ir y cómo queremos ser. Los sueños y
la esperanza son la gasolina del
día a día.
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Si intentamos hacer muchas cosas o muy difíciles, el nivel de exigencia será
tan alto que puede provocarnos ansiedad y estrés.
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Al plantearnos nuevas
metas nos damos cuenta de las que ya hemos alcanzado. Nos sentimos útiles y
con capacidad de cambiar lo que no nos gusta.
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Si no conseguimos nuestros objetivos nos sentiremos fracasados
y bajará nuestra autoestima; sobre todo cuando ya tenemos una larga historia
de derrotas.
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El simple hecho de
proponernos cosas nos hace sentir que hay esperanza de conseguirlo y que
nosotros somos capaces: sentimos que llevamos el control de nuestras vidas.
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Tener en mente objetivos
que aún no hemos cumplido puede hacer que no prestemos verdadera atención a lo que ya tenemos.
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