“Los supervivientes de los campos de concentración aún recordamos a algunos hombres que visitaban los barracones consolando a los demás y ofreciéndoles su único mendrugo de pan. Quizá no fuesen muchos, pero esos pocos representaban una muestra irrefutable de que al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino para decidir su propio camino.” Viktor Frankl

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lunes, 19 de octubre de 2015

AL MAL TIEMPO, BUENA CARA

"Si lloras porque se ha escondido el sol, las lágrimas no te dejan ver las estrellas" Tagore


Se acerca el invierno y parece que el entorno se nos hace más hostil. Los días son más fríos, las noches más largas y podemos disfrutar de menos luz. El tiempo empeora y no acompaña siempre para salir y hacer actividades al aire libre. Es lógico que todo esto nos afecte. Al estar expuestos menos tiempo a la luz, el cuerpo recibe nueva información y se lleva un tiempo reestructurando las nuevas circunstancias. Las sustancias que nos hacen sentir bien, las endorfinas y otras, se reducen. Esto facilita que estemos más desganados y tristes.
En estos tiempos de crisis, además, tras las distracciones y descansos del verano, en el otoño vuelven a sucederse noticias económicas que nos recuerdan que no estamos en una época de bonanza.
Está claro que el buen tiempo ayuda a hacernos sentir un mejor estado de ánimo. Una de las pruebas de ello es que los países con mayores niveles de suicidio son los nórdicos, donde apenas disfrutan del sol. Cuentan, por tanto, factores fisiológicos. Pero esto no quiere decir que, con nuestra actitud, no logremos superarlo. ¿Qué nos ayuda a hacer realidad la frase de “al mal tiempo, buena cara”?

Una actitud positiva es la mejor herramienta. Al contrario de lo que muchos pueden pensar, la felicidad no depende de nuestras situaciones y salud general; el sentirse feliz es el responsable del aumento de endorfinas y, por tanto, de la mejora de nuestra salud física y psíquica. Nuestros sentimientos no son consecuencia de lo que vivimos, sino de lo que creemos vivir. Si una tarde de domingo, fría y gris nos sugiere pena, desesperanza y lo creemos horrible, nos iremos sintiendo cada vez peor. Sin embargo, si esa tarde la vemos desde ojos activos, haciendo cosas que nos gustan o, incluso lo interpretamos como algo bello, poético, nos estaremos haciendo seres más felices.
Es vital una actitud positiva no sólo respecto al mundo o nuestro entorno, sino también con nosotros/as mismos/as. Tener autoestima evita que nos sintamos peores y, por tanto, nos enseña a relativizar las cosas; a darnos cuenta de que es normal sentirnos así, que a todos/as les puede pasar. Además, si nos creemos seres válidos y fuertes, nos veremos más capaces para afrontar todo lo malo y lo bueno (como llevar a cabo nuestros deseos). Recuerda que una persona que se cree feliz tiene mayores niveles de bienestar físico y, por tanto, está realmente más cerca de serlo.
Acepta y réstale importancia a las experiencias: muchas veces nos ayuda a calmarnos y a tomar las riendas de nuestra vida. Es saber que no estamos expuestos a eventos catastróficos sino al natural discurrir de los días. Pero no olvides que quitarle importancia no significa sentir indiferencia por la vida o quedarnos inactivos/as, sino no ser desbordados por ella.
Planea qué vas a hacer. Pensar en lo que queremos y darnos un tiempo para organizarlo nos motiva a realizar proyectos, además de facilitar que nos salgan mejor. Si pensamos en el futuro como algo realizable, con lo que podemos conseguir cosas, nos hace perderle miedo y afrontarlo con más seguridad.
Pero cuidado con pedir las estrellas, sé realista. La manera más rápida para frustrarnos es pedir lo imposible. Intentar conseguir lo que quieres te hace una persona motivada, con ánimo, pero no debes olvidar que, en el discurrir natural de la vida, tendremos que equivocarnos y caer cien veces antes de recoger los frutos de nuestro trabajo. Pero siempre recuerda que merecerá la pena.
Guarda un momento para ti y relájate. Cambia tus prioridades y, si crees que no tienes tiempo, deja de hacer algo menos importante que cuidarte. Lo principal es tu salud y la de los que te rodean, así que sal a pasear, escucha música, lee, sal con las amistades…
Con la llegada del mal tiempo salimos menos y corremos el riesgo de quedarnos pasivos como una maceta. La actividad nos ayudará a sentirnos mejor. Hacer ejercicio reactiva la salud física y, además, aumenta el nivel de endorfinas, las sustancias que hacen que nos sintamos mejor. Hacer cosas que nos gustan nos ayuda a relajarnos, nos distrae y facilita que hagamos planes y, por tanto, que tengamos más ilusión en el futuro.
Rompe la rutina. Date el gustazo de hacer cosas nuevas, prueba, intenta. Sal a la naturaleza siempre que puedas, conoce a gente, etc. Muchas veces la tristeza es una incapacidad para ver lo que tenemos a nuestro alrededor.
No tengas miedo de apoyarte en tus seres queridos. Comparte tiempo con ellos y ellas y tómate el reto de aprender juntos. No esperes que tengan la iniciativa para realizar las actividades, adelántate y crea el rato como más te guste. Se ha comprobado que la solidaridad aumenta el nivel de bienestar y, por tanto, de salud.
Aprovecha los momentos de soledad para cuidarte, disfrutar de lo que te gusta y realizar tus proyectos. No siempre podremos estar rodeados de nuestros seres queridos, pero tenemos mucho que hacer. Si tienes constancia, no abandonas y mantienes claros tus objetivos, es más fácil que consigas tus metas. Y aunque no las logres, el hecho de estar motivado/a hacia algo, de manera autónoma, sin depender de nadie, nos autorrealiza como personas y nos hace sentirnos satisfechos con nosotros/as mismos/as. Recuerda que es más importante tener un objetivo en la vida, un motor, que el hecho de alcanzarlo.
Mantén la esperanza también en las crisis. En la vida tenemos momentos buenos y malos, pero son, sobre todo, los negativos los que dan forma a nuestra personalidad, de los que más podemos aprender. Nos damos cuenta de que hemos superado experiencias que, antes de vivirlas, sólo imaginarlas nos habrían parecido horribles. Esto nos hace más capaces y resistentes ante nuevas experiencias negativas. La palabra “crisis” en China significa tanto obstáculo como oportunidad. Si sabemos aprender de lo que nos pasa, los malos momentos son posibilidades para cambiar lo que no nos gusta, aprender y mejorar.


¿Sabías que… en la depresión se observa a menudo el falso pensamiento de que lo malo “sólo me pasa a mí”?

¿Sabías que… es el sentimiento de felicidad el que hace bueno lo que te rodea más que “lo que me rodea es bueno y por eso soy feliz”?

¿Sabías que… con sólo reír o hacer ejercicio un rato aumentan los niveles de endorfinas, las sustancias “de la felicidad”?

¿Sabías que… en China la palabra “crisis” significa tanto obstáculo como oportunidad?

lunes, 17 de agosto de 2015

EL REGRESO AL TRABAJO TRAS LA MATERNIDAD

Tras un cambio vital tan importante como ser madre, es común encontrarse con sentimientos confusos que puede que no logremos explicarnos. Si a esto le añadimos que, poco tiempo después, debemos reincorporarnos al trabajo fuera de casa, podemos llegar a acumular un gran malestar. Es frecuente sentir:
-          Tristeza: puedes experimentar síntomas similares a una depresión post-parto tardía al acercarse el momento de la vuelta al trabajo. Tampoco es difícil sentirse apenada por haberse distanciado de la trayectoria profesional tras el embarazo, y alegrarse de un retorno a las ocupaciones que nos podían hacer sentir realizada, sobre todo ante una maternidad que aún no “controlamos”.
-          Estos últimos pensamientos, llegar al trabajo como una válvula de escape a la cotidianidad del bebé, puede hacernos sentir culpabilidad. También el tener que dejarle con cuidadores/as, después de pasar prácticamente las 24 horas juntos/as, nos puede hacer plantear si somos lo suficientemente responsables.
-          Tras una temporada alejada de los hábitos laborales, es natural que nos preguntemos si seremos capaces de seguir realizando las mismas tareas de la manera que lo hacíamos. Perdemos confianza en nuestras habilidades, con lo que el retorno nos costará aún más.
-          Ansiedad: anticipamos situaciones negativas (que puede que nunca ocurran) y nos ponemos nerviosas. “Se pondrá a llorar”, “no saben lo que le pasa”, “no podré seguir el ritmo en la oficina”…
Todos estos sentimientos son parte de un proceso natural de adaptación a las nuevas circunstancias; poco a poco te irás desenvolviendo mejor en tu nueva vida. Pero estos simples apuntes te pueden facilitar su desarrollo:
-          Planifica los detalles concretos, antes incluso del nacimiento del bebé. Piensa en quién o qué se va a responsabilizar de su cuidado cuando no estés. Infórmate de las posibilidades, la calidad de la guardería, el tiempo disponible, etc. También es bueno que planees si le vas a seguir dando pecho una vez que empieces tu rutina laboral. Hay modos, como la extracción de la leche, flexibilizar horarios o lugares de empleo, etc. Cuando decidas, con información, qué es lo mejor para ti y tu hijo/a, no pasarás tanto tiempo confusa o pensando qué hacer. Esto dará seguridad a tu relación familiar y a tu día a día.
-          Habla con tu empresa o encargados/as para concretar términos de la conciliación del trabajo con la vida familiar. Negocia las posibilidades y, cuanto antes, llega a un acuerdo que te haga sentir tranquila y con el que sepas a qué atenerte cuando vuelvas al trabajo. Sólo un 50% de las empleadas se sienten satisfechas con las medidas de conciliación laboral de su empresa. Recuerda que los derechos laborales relacionados directamente con la lactancia se circunscriben al artículo 37.4 del Estatuto de los Trabajadores y al artículo 138 de la Ley de Procedimiento Laboral.
-          No te culpabilices: no mejorará nada, ni en tu trabajo ni en familia. Lo estás haciendo lo mejor que puedes. Con más tiempo y experiencia, irás cogiendo las riendas de una situación que no se puede entorpecer con sentimientos que te impidan disfrutar de ello. Repítete una realidad: “lo estoy haciendo bien”. Una simple sonrisa o tu vuelta diaria del trabajo enseñará a tu hijo/a que estáis juntos/as, a pesar de todo. Recuerda que en la guardería aprenden nuevas habilidades y se preparan en sociedad, y cuando son cuidados/as por otras personas puede facilitarse su camino a la autonomía.
-          Organiza el tiempo todo lo que puedas, para que no se te escape lo principal y aprenda la familia a priorizar y repartirse tareas. Intenta disfrutar de la compañía del bebé cuando esté despierto/a, planificando las salidas del trabajo y los sueños de tal forma que se haga posible. Reparte las tareas con tu pareja, siempre que puedas, y aprende a delegar en otros cuando no tengas capacidad o fuerza. Nadie puede rendir de manera adecuada si no duerme o descansa. No tengas miedo a pedir ayuda si la necesitas.
-          Expresa tu cariño al bebé. Aunque no te entienda aún, tu sentimiento de afecto le llegará. Cuenta cómo te sientes, si te ves sobrecargada o necesitas ayuda. Todos/as tenemos nuestros límites y darnos cuenta de ello evita muchos problemas, de salud, con los demás y en el trabajo.
-          Cuando estés en el trabajo, intenta centrarte. Si te quedas más tranquila, llama una vez al día a casa para ver cómo está, deja todo bien organizado y guárdate un tiempo al volver para disfrutar jugando juntos/as. Pero el resto de horario laboral esfuérzate en hacerlo lo mejor posible (sin demasiadas exigencias, sé consciente de que tardarás un tiempo en rendir como antes). Por tener “la cabeza en casa” o estar preocupada no vas a conseguir nada, más bien al contrario.
-          Si quieres que todo te salga lo mejor posible, y que tus seres queridos estén lo más felices que se pueda, cuídate. Relájate, deja un tiempo para ti, tu descanso o actividades que te gusten. Sólo así podrás dar lo mejor de ti misma.
-          Recuerda que introducir los cambios gradualmente facilita las adaptaciones. Acostumbra a tu bebé poco a poco, y desde antes, a las nuevas rutinas que tendrá que seguir: biberón, alimentación, nuevas compañías, ausencias de su madre. Ve introduciendo esos cambios progresivamente y el salto definitivo no será tan brusco. Escoge, si puedes, un día de comienzo en el trabajo cercano al fin de semana, para hacer la primera semana (la más difícil) más corta. Si ya se introducen cambios, intenta no hacerlos coincidir con otros que hagan más compleja la nueva situación. Tú misma ve preparándote a la rutina laboral acercándote a tu puesto, hablando con los/as encargados/as o compañeros/as, informándote de las posibles nuevas circunstancias laborales desde que no estás, etc.
-          Ante todo, sé positiva. Ser positivo significa ser realista y capaz de disfrutar de nuestro presente y lo que nos ofrece. Este es uno de los mejores momentos de tu vida; con tiempo y paciencia estarás orgullosa de todo lo que habrás conseguido. Recuerda que no hay soluciones perfectas, sino respuestas que funcionan en cada momento; y esto sólo se aprende con la experiencia.

ANSIEDAD ANTE LA SEPARACIÓN DE LA MADRE
POSIBLES CONDUCTAS PROBLEMÁTICAS DEL BEBÉ
COMPORTAMIENTOS MATERNOS QUE AYUDAN
MENOS DE 8 MESES
Casi no es consciente
Rechazo ante la vuelta del trabajo
Reforzar vínculos afectivos (abrazos, sonrisas, charla…)
8 A 18 M.
Aumenta
Agresividad ante la separación, sueño intranquilo, tristeza…
Tranquilizar, explicar y mantener rutinas.
MÁS DE 18 M.
Mayor impacto ante la separación
Retomar hábitos superados (hacer pis donde ya no lo hacía, chuparse el dedo, etc.)
Reforzar vínculos, más tiempo juntos/as, no nuevos cambios (al menos no bruscamente).