Aunque
parezca al contrario, nunca se llora sin motivos. Siempre hay una o varias
causas, por muy insignificantes que nos parezcan, que nos provocan angustia:
-
Cambios
estacionales: cuando cambia el tiempo, a nuestro cuerpo le cuesta adaptarse
a la nueva situación y nuestro ánimo puede variar. Como ahora que, al llegar la
primavera, nos enfrentamos a más horas de luz y días más largos. Nuestro
cerebro recibe la nueva información y estas modificaciones afectan al sistema
nervioso. Además, con el buen tiempo se suelen realizar más actividades al aire
libre y con los demás, pudiendo mostrar, en ocasiones, algunas de nuestras
carencias; sociales, corporales, etc. que manifiesten algún tipo de
inadaptación a los cánones sociales. No depende de que “nos falte” algo, sino
de que lo creamos así.
-
Depresión:
cuando estos sentimientos se prolongan en el tiempo y nos impiden una rutina
normal podemos estar hablando de un trastorno. Se caracteriza, sobre todo, por
la incapacidad de sentir placer con nada y en ningún momento. Cuesta
concentrarse y la toma de decisiones es algo prácticamente imposible. En estos
casos es esencial contar con un profesional de la salud mental para que podamos
superarlo adecuadamente.
-
Situación
reactiva: cuando hemos sufrido algún acontecimiento estresante, inesperado
o prolongado en el tiempo, nuestro estado de ánimo nos “avisará” de este
desequilibrio en forma de angustia, llanto u otros síntomas.
-
Síntomas físicos
de reajuste: puede ser consecuencia de la menopausia o tras el parto, en el
que nuestras hormonas se readaptan a un cambio. También hay mujeres a las que
les afecta el denominado “síndrome premenstrual”, en el que, en los días
anteriores al inicio de la menstruación, nos sentimos más tristes, cualquier
cosa nos afecta y estamos más irritables.
-
Pesimismo:
nuestros pensamientos son aprendidos a partir de las experiencias que hemos ido
viviendo. Si nuestro hábito de pensamiento consiste en fijarnos sólo en lo
negativo, sentir el futuro como algo amenazante y observar el pasado como unos
años de los que no hemos aprendido nada, estaremos forjándonos sentimientos
negativos y pesimistas respecto a todo. Si estos pensamientos se aprenden,
también se pueden “desaprender”. Lo realista es ser optimista, porque el ser
humano es capaz de superar cosas que él mismo no se podría imaginar.
-
Ocurre que, a veces, por simple ansiedad, excitación o confusión, nos sentimos extraños/as y
lloramos. Pero no tiene porqué significar que estamos tristes sino,
simplemente, que necesitamos expresarnos emocionalmente. Esta es la causa de
que, a menudo, tras llorar, nos sintamos mejor.
Ante un cambio
estacional que afecte a tu estado de ánimo sé consciente de que es algo
pasajero. Sal y disfruta del sol y del buen tiempo; se irá adaptando tu
organismo mucho mejor. Sobre todo si haces ejercicio, que potencia las sustancias
positivas que se segregan ante el sol. Es necesario también descansar, ya que
una de las características del cambio estacional es la fatiga y el cansancio.
Descansar no sólo significa dormir, sino vivir lo más relajado/a posible:
tomándose las cosas con más tranquilidad y realismo, sin tener miedo a
adaptarse a las novedades, y dejándose todos los días un rato para uno/a
mismo/a y/o practicando algún tipo de relajación.
No te dejes
llevar por unos cánones impuestos. Por ser más delgado/a, exitoso/a, etc. no se
vive más feliz; todo depende de cómo disfrutes tu presente.
Haz cosas que
te gusten, te llenen y te hagan sentir realizado/a. Además de aprender de experiencias
nuevas, estarás distraído/a, le darás a cada cosa su importancia, y fortalecerás
tu desarrollo.
Una vida
saludable, con ejercicio, alimentación sana y sin sustancias nocivas, no sólo
es bueno para la salud física, también para el estado de ánimo, ya que se ha
comprobado que favorece un adecuado funcionamiento cerebral y la segregación de
sustancias positivas para el estado de ánimo.
La solución
nunca está en aislarse. El mayor apoyo que podemos encontrar está en los demás.
Expresa tus sentimientos, pero de manera constructiva, planteándote tu
situación y las soluciones. No des vueltas a algo que no lleva a nada.
Sentirse triste
de vez en cuando es algo común. Recuerda que la situación la puedes empeorar si
crees que no es algo normal. Todos/as tenemos “bajones”, aunque el resto, visto
desde fuera, no lo crean. La cuestión es quitarle importancia, tener fe en que
pasará, y seguir adelante; haciendo cosas y sin aislarnos. No te exijas más de
lo que puedas hacer, ni estar alegre (cuando no lo estás). Sólo conseguirás
aumentar tu sentimiento de culpa respecto a la situación y todo se empeorará.
Si, aún así, crees que necesitas ayuda para el primer empujón, acude a un
profesional de la salud mental. A veces es bueno darnos cuenta de que
necesitamos ayuda y dar el paso para pedirla.
Si hay alguna
situación que no te gusta, intenta cambiarla. Si no se puede, date un tiempo a
ti mismo/a para que tu estado de ánimo se adapte a las nuevas circunstancias.
Si es algo que lleva ya mucho tiempo, tómate un descanso de ello de vez en
cuando.
La mejor
medicina, para la tristeza y para todos los “males del alma”, es el optimismo.
Con los pensamientos positivos aprendemos a disfrutar del presente, a no
sobrevalorar el pasado y a no temer al futuro. En conclusión: a tener más ganas
de vivir y a sentirnos más fuertes.
Llorar es una
descarga emocional que, a veces, nos hace bien. Pero puede ser la señal que
indique la necesidad de cambiar algo de nuestra vida. No tengas miedo a pensar
en qué te ocurre, qué se puede hacer, qué alternativas de solución hay, y a
decidirte por una de ellas. A partir de ahí nos podemos equivocar, pero se
aprende de los fallos; toda elección es un aprendizaje.
Lo
realista es ser optimista, porque el ser humano es capaz de superar cosas que
él mismo no se podría imaginar.
“Pero cuando los sentimientos
finalmente se expresan te hacen llorar, es simplemente eso”. John Lennon“Quien suele llorar profusamente, también es capaz de reír con intensidad al instante siguiente”. Oscar Wilde
“Voy a llorar sin prisa. Voy a llorar hasta olvidar el llanto y lograr la sonrisa”. Sara De Ibáñez
No hay comentarios:
Publicar un comentario