Estos síntomas suelen venir
relacionados con una actitud ante la vida caracterizada por:
-
Se interpretan síntomas de depresión y
ansiedad como problemas físicos o somáticos.
-
La baja autoestima de la persona le hace
centrarse en las partes negativas de sí mismo, sintiendo que le puede pasar
todo lo malo.
-
Al focalizarse en los aspectos negativos
de la vida, se hacen unos “expertos” en trastornos y aspectos tristes, en vez
de salir con las personas de su entorno o intentar distraerse y pasárselo bien.
-
Tienen pánico a sufrir una enfermedad,
por eso, lo que más les preocupa es padecer algún trastorno grave, como cáncer
o afecciones del corazón.
-
Se considera un síntoma hipocondríaco
cuando es una sensación vaga e imprecisa, como padecer tos de vez en cuando, dolor
en las venas, etc.
-
Aunque se suele considerar como síntoma
de sugestión ante un estado de ánimo bajo o alterado (por ejemplo, la ansiedad),algunos
profesionales sí lo definen como trastorno, ya que pueden verse deteriorados la
psicología, la percepción, el entorno familiar, laboral y social e incluso la
salud, al aumentar el riesgo de un abuso de la medicación.
¿Qué
puedes hacer si sientes síntomas relacionados?:
-
Expresa
tus preocupaciones a tu entorno más cercano. Hablar de lo
que sentimos rebaja la ansiedad y hace posible que nuestro malestar no se
acumule en forma de síntoma físico. Es muy importante que no sólo cuentes tus
miedos a padecer trastornos; expresa qué quieres, qué sientes, a qué tienes
miedo, etc.
-
Recapacita acerca de tu día a día, qué puedes hacer para mejorar o aliviar
lo que te preocupa. No te conformes con darle vueltas a las penas o los malos
pensamientos, busca formas de solucionarlos o, al menos, afrontarlos. Por
quejarnos o sentirnos infelices continuamente no vamos a mejorar nada y cada
vez nos sentiremos peor.
-
Piensa también en qué puede haber colaborado a que te preocupen tanto las
enfermedades. Muchos profesionales creen que aspectos como la sobreprotección,
una educación basada en el miedo, haber sufrido alguna enfermedad o pérdida por
parte de uno mismo o de su entorno, etc. pueden facilitar el desarrollo de los
síntomas hipocondríacos. Aún así, piensa en las personas que, padeciendo alguna
de estas situaciones, no están preocupadas excesivamente por las enfermedades.
Es la prueba de que lo importante no es lo que nos pase, sino cómo nos lo
tomamos. Y todo se puede aprender.
-
Un primer paso para perderle miedo a las
enfermedades, así como a lo malo que nos pueda pasar, es ser conscientes de que
no podemos estar seguros completamente en la vida; nos pueden pasar ciertos
acontecimientos y que, por tanto, para vivir lo más felices posibles, debemos adaptarnos a vivir en la incertidumbre de
ciertos temas. Por preocuparnos no vamos a evitar nada, más bien al contrario,
podemos producirlo con nuestros comportamientos negativos. Así que, la mejor
forma de tomarnos el día a día es con calma y serenidad. Nos hará más fuertes
para enfrentar todo.
-
Relájate.
Piensa que gran parte de responsabilidad de los síntomas hipocondríacos la
tiene la ansiedad. Tómate un tiempo para ti, haz ejercicio, respira hondo y
practica algunas técnicas de relajación. Mejorará tu salud física y te fortalecerá
mentalmente.
-
Se ha comprobado que la ansiedad que
sentimos cuando imaginamos algo negativo es más alta de la que realmente
sentiríamos en la propia situación. Es lo que se llama ansiedad anticipatoria. El ser humano es fuerte y capaz de adaptarse
a las situaciones más negativas, todos y todas conocemos ejemplos de ello. Experimentemos
lo que experimentos siempre seremos capaces de sonreír; sin embargo, cuando
imaginamos algún suceso triste, no contamos con las posibles distracciones, apoyos,
alegrías y resistencias. En tu mano está de qué forma quieres adaptarte, si
temiendo todo o viviendo con ganas y alegría.
-
Imagínate
con detalle las situaciones más temidas. Empieza por las menos
graves. Recuerda imaginar todo de manera real: habrá veranos, amaneceres,
tendrás que ducharte, hacer de comer; es mentalizarse a que, al fin y al cabo,
incluso en las peores circunstancias, la vida seguirá y siempre te dará cosas
buenas y habrá ayudas que te facilitarán superarlo. Recuerda que un miedo se
diluye cuando se afronta.
-
Relaciónate
con los demás. Te ayudarán a distraerte, a rebajar la
ansiedad y a sentirte menos preocupado/a. Relacionarse adecuadamente, con los
mayores beneficios para todos/as, significa tratar bien a los demás, exigiendo
que también te traten bien a ti. Y a nadie le reconforta estar rodeado de
alguien que sólo hable de sus “males” y enfermedades. Cuéntales anécdotas,
escucha sus preocupaciones y haz lo posible para pasároslo bien.
-
Tú
eres mucho más que tus síntomas o dolores. Pensar continuamente
en lo que le pasa a tu cuerpo hace posible que no realices otras cosas más
provechosas, como saber qué te gusta, lo que quieres, desarrollarte, etc. No
puede valorarse quien cree que sólo es un conjunto de enfermedades. Arréglate,
demuestra lo que eres capaz de hacer y recuerda todo lo bueno que tienes.
-
Haz
cosas nuevas y que te gusten, no esperes a que sean
los demás los que tengan la iniciativa. Planifica qué te gustaría conseguir y
plantéate cómo lo vas a hacer. Tener objetivos es el primer paso para
conseguirlos, además de ayudarnos a no pensar en las cosas malas y a sentirnos
capaces. Da igual que en algo no tengas éxito, aún quedan muchas cosas más que lograr.
-
Ante una duda razonable respecto a tu
salud acude al especialista, sea de
la medicina o de la psicología / psiquiatría. Muchas veces necesitamos un
empujón para superar los obstáculos, y el primer paso para ello es reconocerlo.
Eso sí, confía en lo que te recomienden y sigue su tratamiento. Tras ello,
vuelve a tu vida cotidiana. Piensa que muchas veces, por simple miedo, puedes
sentir como amenazante algo completamente inofensivo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario