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Tristeza,
puede ser en forma de nostalgia, melancolía o llantos inexplicables.
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Apatía:
desgana por incluirse en los festejos y poca energía en general, incluso para
arreglarse o asearse. Bajada del apetito sexual.
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Aislamiento.
Se sienten fuera de lugar, en soledad o poco útiles. No les interesa
relacionarse o hablar, sobre todo de la Navidad.
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Irritabilidad
o mal humor.
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Pensamientos
negativos y poco realistas: todo lo pasado es mejor, nunca
volveré a ser feliz, si me falta “ese algo” no podré disfrutar de nada, el año
que entra será peor, etc.
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Disminución
de la atención y la concentración. Sólo le dan vueltas a
lo que les entristece: lo que perdieron, lo que nunca tendrán o lo que vivieron.
Al focalizar su atención en ello, se hace cada vez más grande y doloroso,
además de incapacitarles para ver todo lo bueno que tienen.
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Baja
autoestima: se comparan con otros más felices y
salen muy mal parados. A veces, incluso, el agradecimiento a los suyos les hace
sentirse culpables y aún menos válidos.
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Aumento
del consumo: el entorno nos exhorta en estas fechas a
vestir nuestras mejores galas, regalar, disfrutar de lujos, etc. Todo ello hace
que muchas personas se lancen a comprar o comer como distracción y bálsamo de
sus penas. La realidad es que luego se encuentran con más problemas aún, al
endeudarse o sentirse culpables. Esto es un fenómeno sobre todo femenino; es
más característico de los hombres el consumo elevado de juegos, alcohol o
drogas. Es una época en la que está mejor visto, forma parte del ambiente
festivo, pero puede ocultar verdaderos problemas y huidas de la realidad. Al
igual que las compras exacerbadas, el consumo sin control trae más
consecuencias negativas que el bienestar temporal que pueda aportar.
La
publicidad y el entorno nos bombardean con escenas de unas navidades que
consisten en compartir con mucha gente, en familia, comprar regalos, pasárselo
bien, etc. ¿Qué pasa cuando, por tus circunstancias, no puedes? Además, estas
fiestas son momento para recopilar lo vivido y hacer valoración, y el resultado
no siempre es positivo: hay estudios que afirman que aumenta hasta en un 40% los síntomas depresivos en la Navidad. Las causas más comunes de aparición de la
depresión navideña se resumen en:
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Rememorar
experiencias pasadas alegres. Les puede ocurrir a los
que han tenido pérdidas: familiares
fallecidos o lejanos, paro, rupturas sentimentales… Pero también se da cuando hay
sensación de pérdida: da igual que
en la actualidad no te falte nada; si tu percepción general es que estás peor
que antes, entonces te entristecerás. Sobre todo si no eres consciente de que
la vida es un continuo ciclo de alegrías y tristezas, y que no puede ser
igual a los cuatro que a los cuarenta años.
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Centrarse
en experiencias pasadas tristes. El entorno de fiesta y
“supuesta” felicidad contrasta con nuestros recuerdos; nos sentimos excluidos,
y la alegría reinante sólo confirma nuestra idea de que somos desgraciados, lo
que enturbia la visión de nuestro presente.
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No
poder responder al ideal de Navidades, y que nos afecte.
El entorno parece que nos exige tener dinero, familia y amigos. Cuando se está
lejos de casa, o solo, sin recursos económicos, etc., hay que ser muy creativo
para imaginar y atreverse a otras navidades distintas a las que nos venden, en
las que podamos igualmente disfrutar. “La
mera obligación de ser felices puede hacer infeliz”.
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Malas
relaciones personales. Es una fecha para estar con gente
que, muchas veces, no nos gusta. Eso puede provocarnos estrés y quebraderos de
cabeza. También pasamos más tiempo con la familia y puede ser origen de conflictos,
sobre todo si, ya de antes, teníamos problemas, como es el caso de la violencia
doméstica, que aumenta en estas fechas.
Si queremos evitar la depresión
navideña debemos recordar:
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Hacer un esfuerzo por compartir y rodearnos de gente, a ser
posible con la que podamos expresarnos sinceramente. Al principio lo haremos
sin ganas, pero si persistimos, nos sentiremos cada vez menos aislados. Una
buena idea sería hacerse voluntario: nos sentimos útiles y ayudamos a los demás.
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Cuando
tengamos una celebración con gente que no nos gusta, aceptemos las diferencias, dejemos de lado las quejas, e intentemos
pasarlo lo mejor posible y sin conflictos. Al final lo agradeceremos.
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Analizar
nuestros pensamientos, lo que nos entristece y asusta.
Seamos realistas, la vida cambia. Miremos todo “desde fuera”, y no olvidemos lo
bueno, que se nos está pasando desapercibido: no te centres sólo en lo que te
pone triste. Cada tiempo tiene sus alegrías, y cada pérdida nos da un
aprendizaje. Pero prohibido pensar en ello todo el día, hay cosas más
reconfortantes que te esperan.
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Cambiar
de ambiente nos puede ayudar. Rebaja la ansiedad,
evita evocar tantos recuerdos y nos descentra de esos pensamientos que no se
nos van. Cambiar de ambiente también
referido al “folklore” navideño: date un descanso, pasea al atardecer,
tómate tiempo para bañarte en agua calentita, haz deporte, cosas que te gustan,
rodéate de personas alegres y luz, etc. Por ser navidades no tienes que dejar
las cosas que te hacen disfrutar, incluso es el tiempo ideal para descubrir
algunas nuevas.
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Planifica
tus navidades. Piensa qué te gustaría hacer, dale a
la imaginación siempre que puedas. En las celebraciones planea qué hace falta y
cómo lo vas a hacer: el menú, la sal de frutas, los adornos, los regalos, etc.
Dejarse llevar por lo que pase, sin ganas de nada, es asegurarse el estrés, la
frustración y que todo salga mal.
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No
te dejes llevar por una Navidad que no sea la tuya. Haz
cuentas y parte de un presupuesto de
gastos para evitar sustos. La Navidad, al fin y al cabo, son unos días como otros, que sólo los
hacen especiales lo que tú hagas con ellos. Piensa qué quieres hacer, dentro de
tus circunstancias, y crea tu propia
Navidad. No te compares con otros más felices; siempre habrá gente más y
menos afortunada que tú. Además, la felicidad es un sentimiento subjetivo, hay
muchas personas que con muy poco son muy felices, y otras al contrario ¿de qué
grupo prefieres ser tú?
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Recuerda
a tus fallecidos con alegría, como ellos querrían. Cuenta
a los demás cómo eran, e inculca sus valores, sobre todo a los niños.
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Haz una lista de gratitud, de las cosas que tienes y que están contigo.
Quizá es tiempo de darse cuenta de lo que no has perdido y, sin embargo, te
cuesta ver.
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Recuerda
que los excesos en el consumo, como compras, alcohol,
drogas o juegos, al final dan más
problemas que el bien que puedan aportar que, además, es temporal y
artificial.
¡Se
me olvidaba! ¿No queréis saber qué pasó con el Grinch, ese duende verde
envidioso de la felicidad ajena, que odiaba la Navidad? Pues que robó los
regalos de la familia vecina, tal y como planeó. Pero cuál sería su sorpresa al
ver que, incluso sin regalos, sus vecinos eran felices. Tanto, tanto, que le
invitaron a cenar con ellos, lo acogieron y se hicieron sus amigos. Tanto,
tanto, que el Grinch acabó amando la Navidad…
La
depresión navideña puede enmascarar una depresión
más grave y duradera, por eso, ante cualquier señal de alarma, no dudes en
acudir al especialista de la psicología. Muchas veces nos hace falta ayuda
externa que nos diga cómo continuar. Darse cuenta de ello es señal de respeto
por nosotros mismos. Acude al
especialista si:
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Los síntomas se mantienen más allá de un
mes tras las navidades.
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No eres capaz de realizar con normalidad
tus actividades diarias habituales (no te lavas, dejas de trabajar, no rindes
nada en el trabajo, etc.)
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No encuentras circunstancias en tu vida
que expliquen esa tristeza.
Grupos
de especial atención
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Causas
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Qué hacer
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Personas
mayores
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Se
sienten inútiles y muchas veces están solos.
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No
dejarles solos y darles todas las tareas que puedan hacer, como “contador de
historias”.
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Hijos
e hijas de separados
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La
separación es un factor importante de estrés, sobre todo si tienen que
decidir con quién se quedan en las navidades.
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Dejar
que decida libremente. Intentar que no se sienta culpable, tome la decisión
que tome.
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Mujeres
solas
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Es
el grupo que más padece de depresión navideña.
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Incluirla
en las invitaciones, pero no obligarla a participar. Hacerle ver que tiene a
alguien.
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Haber
sufrido un impacto emocional
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Una
mala experiencia se recuerda más con el contraste de las fiestas.
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Distracción
con actividades que disfrute o sirvan para relajarse. Respetar sus tiempos y
decisiones.
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Depresión Navideña
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Depresión Invernal o Trastorno
Afectivo Estacional
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Trastorno Depresivo Mayor
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Duración
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Alrededor
de un mes antes y después de las Navidades
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Cuando
las noches se hacen más largas, durante el invierno.
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No
depende de la época del año.
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Explicación
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Las
festividades contrastan con nuestras circunstancias vitales, reales o
percibidas.
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Baja
la serotonina, sustancia reguladora del estado de ánimo, debido a la menor
cantidad de luz solar diaria.
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Biológicas
y psicológicas más complejas.
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Qué hacer si en casa hay alguien
con depresión navideña:
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Invitarle
a participar. Recordarle que no está solo y que es
parte importante de las celebraciones.
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No
obligarle. Si hace las cosas de manera obligada, las hará sin
ganas y se sentirá peor.
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No
humillarle. Si se le llama “aguafiestas”, o nos
enfadamos con esa persona, tendrá que enfrentarse a un obstáculo más, y no
facilita su participación ni su mejora.
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Respetar
sus decisiones. Si participa en contra de su voluntad,
será fuente de estrés, y la ansiedad, en todos, aumentará. Cuando sienta un
buen ambiente, que es querido y aceptado, irá poco a poco incluyéndose.
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