Te quedan aún unos días para acabar las vacaciones, pero ya no eres capaz de disfrutar de nada. No se te quita de la cabeza que dentro de horas, minutos, todo volverá a ser lo mismo de siempre: el trabajo, la rutina, los madrugones… Estás triste, algo nervioso y te cuesta concentrarte en lo que te dicen ¿Es normal lo que te pasa?
¿Qué es el síndrome postvacacional?
Es
un estado de decaimiento muy común que sucede al terminar el periodo de
vacaciones. Además de tristeza, podemos sentir:
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Dificultad para concentrarnos.
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Pocas ganas de hacer nada o falta de
interés.
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Cansancio.
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Insomnio o dificultad para dormir bien.
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Trastornos digestivos, como falta de
apetito o malestar.
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Irritabilidad.
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Dolores musculares.
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Ansiedad o sensación de ahogo.
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Palpitaciones, taquicardia (el corazón
se acelera).
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Ideas catastrofistas (“al final es para
volver a lo mismo”, “todo lo bueno acaba…”).
A
pesar de todos estos posibles síntomas el síndrome postvacacional no es una
enfermedad. Se trata de un estado de ánimo provocado por las dificultades de
adaptación a nuestra rutina diaria tras un periodo de ocio. En circunstancias
normales esa tristeza desaparece entre los dos días y las dos semanas. Si se mantiene
durante más tiempo con la misma intensidad sería conveniente visitar a un
especialista.
¿Quiénes lo padecen?
No
hay una regla fija, pero los que tienen más probabilidades de sufrir el
síndrome postvacacional son:
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Sobre todo los que no están satisfechos
con su trabajo: tareas administrativas, entornos muy exigentes, malas
relaciones con los compañeros, síndrome burn-out (los que se
sienten“quemados”)…
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Jóvenes entre los 25 y los 40 años
(hasta un 35% de los españoles de estas edades lo sufren).
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Mujeres que tienen que enfrentarse solas
a doble responsabilidad: casa y trabajo.
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Los que ponen demasiadas esperanzas en
sus vacaciones y muy pocas en su día a día.
-
Retrasan todo lo que pueden la vuelta a
casa, por lo que inician bruscamente su rutina cotidiana.
-
Se ha observado que también se puede dar
en niños y niñas en la vuelta al cole.
¿Por qué ocurre el
síndrome postvacacional?
Al
regresar a casa tras las vacaciones nos encontramos con cambios muy importantes:
dormimos menos, comemos con más prisas, debemos atenernos a un horario laboral,
afrontamos mayor número de obligaciones y exigencias. Incluso nuestro entorno
social se restringe; ahora es más difícil quedar con las amistades y tener
ratos de diversión.
Todo
esto es un duro golpe tras una etapa de descanso y placer. Pero no debemos
olvidar que la manera de interpretar la situación hará que sufras o no el
síndrome postvacacional. Si piensas en lo positivo de volver a casa, poco a
poco te irás readaptando a las nuevas circunstancias de la mejor manera.
¿Qué puedo hacer para
superarlo?
-
Quítate
de encima los pensamientos negativos. Está prohibido pensar
en que aún te quedan once meses de esclavitud o algo por el estilo. El sentido
de tu vida no es el trabajo, pero tampoco lo son las vacaciones. Si piensas de
ese modo no podrás ver lo bueno que tiene tu día a día y te lo perderás.
-
Regresa
a casa con tiempo y planifica tu vuelta a la rutina.
Si puedes no vuelvas un lunes o domingo a última hora. Date unos dos días de
adaptación antes de empezar a trabajar para tenerlo todo bien preparado e ir
con más tranquilidad al trabajo.
Si
no puedes estar esos dos últimos días en casa, al menos empieza a funcionar con
un horario parecido al laboral. Los primeros días en el trabajo intenta
acostarte antes para dormir más.
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No
te exijas hacerlo todo perfecto los primeros días en el trabajo.
Te estás adaptando, así que es normal no estar al cien por cien. Ya lo irás
logrando.
-
No
le des muchas vueltas a cómo te sientes. Es normal echar
de menos lo bien que te lo pasaste en las vacaciones, pero si te centras en tu
tristeza o tus sentimientos sólo agrandarás tu malestar. Es un proceso de
adaptación que irá desapareciendo.
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No
consideres el trabajo como lo contrario a las vacaciones.
En ambas situaciones encontrarás cosas buenas y malas. Piensa que gracias a tu empleo
puedes disfrutar de temporadas tan placenteras como las vacaciones.
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No
tomes decisiones importantes los primeros días de trabajo.
Estás influido por un estado de ánimo bajo y puedes equivocarte. Espérate a ser
de nuevo tú.
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¿Por
qué tienes que esperar meses para disfrutar? Ponte metas
nuevas y oblígate a tener un descanso siempre que puedas. Haz cosas que te
gusten, descubre nuevos sitios de ocio y disfruta de esa energía que has
recargado en las vacaciones.
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Haz
lo posible para pasártelo bien en el trabajo. Seguro que con
tu imaginación encontrarás nuevas formas.
Habla con tus compañeros. En tu jornada laboral hay tiempo de muchas cosas,
no te lo tomes como un sufrimiento. Recuerda que “a sonreír se empieza
sonriendo”.
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Escribe
en un papel lo agradable y desagradable de tu rutina. Te
darás cuenta de que hay cosas cotidianas que sí te gustan y tendrás la
oportunidad de cambiar otras. Si estás
mucho tiempo sentada es el momento idóneo para apuntarte a un gimnasio. Si hay
mal ambiente en la oficina quizá puedas mejorarlo conversando más con tus
compañeros. Si trabajas muchas horas deja lo que no sea indispensable y sal a
pasártelo bien siempre que puedas.
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Recuerda
que tú eliges cómo interpretar tu vida. En todo hay cosas
buenas y malas. No decidas ver sólo las negativas; hay otras que te ayudan a
ser feliz y están a la espera de que te
fijes en ellas. Haz que no sea cierto el dicho “sólo se valoran las cosas
cuando se pierden”.
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